Las horas pasan, los días se acumulan y tu ausencia no deja de sentirse. Un mes, treinta días sin oír tu voz, sin sentir tus risas, sin que suene el teléfono una madrugada cualquiera para cagarnos de risa de todo, de todo este mundo que nos toca vivir día a día. Te fuiste, nos dejaste añorando una charla más con vos, un baile más, un brindis más. Nos quedamos pensando en vos, exprimiendo nuestra memoria, buscando diálogos, encuentros, frases sueltas. Nos dejaste la piel añorando un abrazo más.
Se hace difícil hablar de vos en pasado, cuesta, se mezclan los tiempos, el presente, el pasado, el futuro, todo se mezcla cuando te nombramos. Nos visitas en sueños, nos retas como siempre, nos pedís que no dejemos de sonreír.
Los que tuvimos el placer de conocerte, andamos así por la vida, como golpeados, medio nockeados, pero siempre encontras la forma de hacerte presente, de recordarnos que estas acá, mirándonos, cuidándonos como siempre.
A un mes de tu ida, seguimos acomodándonos, pensando por que, y cuando todo parece desembocar en un estado de depresión permanente te haces presente, en una canción, en una frase que recordamos, o como el otro día que me tome un taxi y el destino quiso que pase por la puerta de tu casa y vi salir el auto con la patente graciosa del que nos reíamos siempre.
Estas acá, te fuiste llena de proyectos, tuve la suerte de cranear varios con vos, saber con la energía y el entusiasmo que andabas. Me guardo para mi las ultimas conversaciones, tus últimos consejos, tus ultimas cagadas a pedos, y como alguna vez hablamos, una madrugada perdidos en algún bar de la republica de Palermo, te prometo amiga mia, lo que se le promete a los que se van llenos de proyectos, llenos de vida, te prometo amiga mia seguir viviendo, te debo a vos, seguir viviendo.
Te extraño todos los días, te recuerdo todo los días...
Y nos tiran esta puñalada, cobarde, cínica, miserable... y nosotros reímos Mamu, sonreímos, porque no nos permitimos caer, porque vos no nos permitirías caer. Los medios me describen una que vos no sos, que vos no fuiste ni serás, porque vos Mounstrito hermoso eras toda alegría, toda energía, todo empuje. Yo conocí a una piba de barrio, que me competía en cada taxi la popularidad de nuestros clubes de barrio, que toreaba tacheros "¿Morón o Los Andes? que dice Maestro", y si elegía el milrayitas, que largo era el viaje, todo cantos, todo goce.
Eras todo protección Mamu, eras la madre de todos tus amigos, si agarrabas un tweet medio depre a las tres de la mañana pegabas un llamado para saber en que andábamos, y no nos permitías caer, jamás, nunca, siempre a toda sonrisa.
Te invite a mi cumpleaños Mounstrito, te avise que iba a estar lleno de Kirchneristas y te reíste por la aclaración, te viniste en unas calzas eléctricas azules, como si ya con tu belleza no te costara pasar desapercibida, es que así eras, pensabas de una manera e ibas al frente, y si en el camino de la discusión encontrabas una idea superadora no caías en la terquedad. Tenias la inteligencia suficiente como para hacer de las ideas buenas, tus ideas.
Toda generosidad Mounstrito, siempre viendo como darme una mano con las locuras que planeábamos. Me hiciste comer galletas de arroz, me hiciste ver mil veces una escena de una película argentina perdida en la memoria colectiva, me hiciste reír mil veces con tu imitación de la escena.
Así te recuerdo Mounstrito hermoso, no importa las canalladas, las puñaladas a mis recuerdos, yo siempre te voy a recordar sonriendo, te voy a pensar siempre así, extrañar siempre así…
Esperar, siempre se trata de esperar. Esperar que el despertador se apiade de uno, esperar que el colectivo pase en horario, esperar que todos no se tomen el mismo colectivo que vos. Esperar que los suicidas no elijan tu línea de tren, esperar que ande el tren. Esperar que te reciban con un mate, esperar la hora del almuerzo. Esperar que el mozo te mire, esperar que el mozo traiga lo que pediste, esperar que el mozo traiga la sal, esperar encontrarle el gusto a las pastas que pediste.
Esperar, siempre se trata de esperar. Esperar que tus amigos lleguen en horario, esperar que no lleguen las cuentas, esperar que pasen una película decente en el cable, esperar que los perros no quieran pasear cuando llueve, esperar que las cuentas cierren a fin de mes.
Esperar, siempre se trata de esperar. Pero hay esperas, las nombradas, que ofuscan, enojan, irritar pero no angustian. Hay solo algunas esperas que angustian, esperar el amor por ejemplo. Esperar que ella te devuelva con tu misma pasión las miradas, esperar que ella quiero compartir el tiempo con vos con tus mismas ganas, claro esta, que lo que angustia no es la espera en si, sino el saber que esta espera puede que se vuelva eterna…
De recomendación les dejo un poema de Paul Verlaine. Poeta francés nacido en Metz en 1844. Amigo de los que había que ser amigo en su época, Rimbaud, Baudelaire, entre otros. Las dos primeras estrofas del poema "Chanson d'automne" (Canción de otoño) fueron la contraseña elegida por los aliados en la II Guerra Mundial para dar la señal a la resistencia francesa de que se iniciaba el desembarco de Normandía.
Agobiado por el vicio y la enfermedad, falleció en Paris en 1896
Canción de otoño
Los sollozos más hondos
del violín del otoño
son igual
que una herida en el alma
de congojas extrañas
sin final.
Tembloroso recuerdo
esta huida del tiempo
que se fue.
Evocando el pasado
y los días lejanos
lloraré.
Este viento se lleva
el ayer de tiniebla
que pasó,
una mala borrasca
que levanta hojarasca
como yo.
Una mirada, solo una alcanza para comunicar la peor de las tragedias, solo unos segundos, un mirarse fijo, un perderse un instante en la mas noble forma de comunicarse es suficiente. Todo lo demás sobra, es mirarse para comunicar después ofrecer el cuerpo para contener.
Una mirada habilita el paso inicial que da comienzo al mas sublime de los actos de amor, sin esa habilitación que da la mirada, el primer beso no llegara, solo será una serie de movimientos torpes, brutos, sin sentido, sin esa mirada cómplice todo carece de sentido, todo es esfuerzo en vano.
Es un mirarse, es un rozar de labios, es relajarse en una caricia en el pelo, es soñar lo mismo en el preciso instante donde comienzan los sueños, es dejar de pensar en uno para pensar de a dos, es sentir que la piel no soporta ni un escalofrió mas ocasionado por el roce casual de su cuerpo, es pensar que ya es imposible disimular los sentimientos al tenerla cerca, es todo eso reducido a una mirada a la distancia, entre decenas de miradas.
Es un comienzo, un azaroso camino, una apuesta a pleno en una caprichosa ruleta siempre esquiva, es un suspiro esperanzador, pero siempre reducido a una mirada, que comunica lo que se necesita en este momento, esa mirada pacificadora, ese lugar de paz, comunica que ahí hay una compañera…
La recomendación de hoy viaja a México, en la figura poética de José Emilio Pacheco. Nacido en la Ciudad de México el 30 de junio de 1939. Su obra fue reconocida muy pronto: desde la década de los cincuenta ya figuraba en antologías al lado de los grandes poetas de Latinoamérica.
Miseria de la poesía
Me pregunto qué puedo hacer contigo
Ahora que han pasado tantos años,
Cayeron los imperios,
La creciente arrasó con los jardines,
Se borraron las fotos
Y en los sitios sagrados del amor
Se levantan comercios y oficinas
(con nombres en inglés naturalmente).
Me pregunto qué puedo hacer contigo
Y hago un pseudo poema
Que tú nunca leerás
―o si lo lees,
En vez de una punzada de nostalgia,
Provocará tu sonrisita crítica.
La Foto pertenece a http://www.flickr.com/photos/nestavazquez/2537934387/
Se debía un dialogo con el mismo, un dialogo a corazón abierto, y las noches de tormenta siempre son la escenografia perfecta para esa escena tan particular que es enfrentarse a uno mismo. Separo sus miedos de sus certezas, las pocas que le quedan, acorralo sus deseos en un rincón, visualizo sus sueños, una vez más, pero esa sensación extraña seguía ahí, firme, como recostada en el medio de su pecho.
Bajo y subió ese cordón mil veces, jugo con las monedas en su bolsillo, contó segundos, adivino patentes de autos, miro hacia el final de la avenida, como si todos esos ejercicios lograran la corporizacion de un colectivo, charlo con un extraño sobre la proximidad de la tormenta, aconsejo como viajar a Pompeya, pero no se visualizaba la llegada de su carruaje, de aquel que lo depositara en su casa, en su cama, en su almohada confidente de tantas noches, como esta, que se presentaban llenas de angustias.
Subió al colectivo que avanzo, solo unos metros, y ya estaba siendo acariciado por una leve garúa, vio como esa garúa se transformaba en gota, se convertía en chaparrón, y ya no se veía nada, todo era agua, todo era viento, avanzando por la ciudad sin ver nada, la vida se hace metáfora a cada paso pensó, y se acomodo mejor en su campera. El Bocha Sokol le canta al oído temas de Sumo, después es solo tener ganas de que el chofer elija la pared más linda de la ciudad para estrellar esa bestia de metal que maneja. La lluvia no cede, se siente la reina de la ciudad, la angustia no cede un centímetro en ese pecho ocupado a pleno, y el chofer no encuentra ninguna pared digna, así que se decide ponerle fin a puro pensamiento, a puro “sincerismo” con el mismo.
Llegando al final del recorrido, la lluvia firma una tregua, leve pero tregua al fin, sigue presente pero da la posibilidad de caminar los últimos metros sin tener que correr, sin tener que escaparle a la pulmonía. La angustia no cede, sigue acomodándose, en ese pecho tan susceptible a esas sensaciones, sigue haciendo hogar ese lugar, ese espacio. La noche llega a su final, no así las reflexiones, los pensamientos, los sueños, los suspiros que buscan sacar un aire pesado para incorporar otro más puro, las visualizaciones de ojos que ya no se miran, de ojos que se quieren mirar más…
La recomendación poética de hoy viaja hasta Colombia, María Mercedes Carranza (Bogotá, 24 de mayo de 1945-11 de julio de 2003). Poetisa y periodista. Dijo sobre ella el poeta colombiano Juan Manuel Roca “no alcanzó a irse cuando ya empezó a hacer falta”.
Extraños en la noche.
Nadie mira a nadie de frente,
de norte a sur la desconfianza, el recelo
entre sonrisas y cuidadas cortesías.
Turbios el aire y el miedo
en todos los zaguanes y ascensores, en las camas.
Una lluvia floja cae
como diluvio: ciudad de mundo
que no conocerá la alegría.
Olores blandos que recuerdos parecen
tras tantos años que en el aire están.
Ciudad a medio hacer, siempre a punto de parecerse a algo
como una muchacha que comienza a menstruar,
precaria, sin belleza alguna.
Patios decimonónicos con geranios
donde ancianas señoras todavía sirven chocolate;
patios de inquilinato
en los que habitan calcinados la mugre y el dolor.
En las calles empinadas y siempre crepusculares,
luz opaca como filtrada por sementinas láminas de alabastro,
ocurren escenas tan familiares como la muerte y el amor; estas
calles son el laberinto que he de andar y desandar: todos los
pasos que al final serán mi vida. Grises las paredes, los
árboles y de los habitantes el aire de la frente a los pies. A
lo lejos el verde existe, un verde metálico y sereno, un verde
Patinir de laguna o río, y tras los cerros tal vez puede verse
el sol. La ciudad que amo se parece demasiado a mi vida; nos
unen el cansancio y el tedio de la convivencia pero también la
costumbre irremplazable y el viento.
Dedicado a B.D. la más bella flor, mi preferida en un ramo de flores.
La conocí hace unos años, era la más chica esa tarde, era la inquieta. Recuerdo que me sorprendió como preguntaba, con la inocencia que lo hacia pero sobretodo con la frescura que disimulaba la carencia de algunos conocimientos, producto de su corto recorrido en la vida.
Los años pasaron, yo sume canas perdí paciencia, Ella sumo años perdió inocencia, yo sume mañas perdí esperanzas, Ella sumo frescura y perdió muy poco en realidad. Pero ambos sumamos horas de charla, mateadas, salidas, risas, Ella se ríe con el alma, no disimula su sonrisa no la lanza a medias. Tuvimos confesiones de madrugada, complicidades de noche, tardes fraternas, llamadas de contención, mensajes de texto de pura compañía. Fue una tarde de esas que nació este texto, estas palabras, es raro verla abatida, sin ganas de sonreír, Ella sabe de peleas duras, Ella sabe pelear esas peleas, por eso verla así, sin ese brillo que reina en su ser siempre me empujo a escribirle.
Ella siente que nadie la quiere, siente que nadie la va a querer como Ella esta dispuesta a querer, y ahí esta la clave, Ella quiere con todo su ser, quiere a fondo, sin medias tintas, Ella entrega su ser hasta el dolor. Ella escucha historias de felicidades ajenas y se pregunta por que no le toca nunca contar un relato así. No exige nada porque sabe de vivir con lo que se tiene, ser feliz con eso aunque a veces sienta que no le alcanza, porque nunca en comparación a lo ofrecido, lo recibido alcanzara.
Y capaz hasta le den vergüenza estas palabras, porque Ella que es una mujer que te arrolla con su presencia tiene un lado vergonzoso muy importante, quizás solo las agradezca con la cordialidad propia de una dama, con la elegancia propia de una dama como Ella, no lo sé. Lo importante es que las lea, porque lo que le tengo que decir, y ella lo sabe, se lo dije hace unas horas nomás, lo que le tengo que decir es que nadie la va a querer como la quiero yo…
La recomendación de hoy es Meira Delmar u Olga Chams Eljach, poeta colombiana nacida en Barranquilla en 1921. Ha figurado bajo el seudónimo de Meira Delmar desde que algunas revistas cubanas publicaran sus primeros poemas. Su poesía esta caracterizada por una dulce sensualidad.
Soneto en vano.
(Del libro Reencuentro)
¿A dónde iré que no me alcance el vuelo
de tu mirada que en azor se muda,
y la noche de sueños me desnuda
con el brillo quemante del desvelo?
¿En qué sitio del aire, el mar, el cielo,
encontrará mi corazón ayuda,
la clara mano que mi mal acuda
y en dulcedumbre me convierta el duelo?
La frente pensativa me rodeas
de lejanas memorias. Me recreas
los rostros del amor enceguecido.
Y es inútil que huya de tu acecho
si te oigo vivir dentro del pecho
con la vida sin muerte del olvido.
No podría decir con exactitud si es que la danza la llevo a dominar su cuerpo de la manera en que lo domina, o si dominarlo de esa manera la llevo a la danza, poco importa que se dio primero, lo importante es que ella domina cada músculo de su cuerpo, pero de una manera tan dulce que no parece una dominación sino mas bien un convencimiento, ella los convence de moverse de esa manera. Su cuerpo con el tiempo se ha convertido en el templo del movimiento, pero también en el refugio de los golpes, y en ese cuerpo los golpes son aprendizaje, cosa que el alma todavía no pudo aprender. Su cuerpo, maestro para tantos, no pudo enseñar todavía a su alma el camino por el cual se absorben los golpes y se aprende ellos. Materia pendiente para el alma que vive en tan tallado cuerpo.
Para ella bailar no es un entretenimiento ni siquiera una profesión, para ella bailar es un estilo de vida, su estilo de vida. Su vida se mide en ocho tiempos, ella vive en ocho tiempos. Ella transita su vida danzando, saltando baldosas, esquivando, con la gracia de un pájaro volando, piropos que le son lanzados a mansalva cuando transita cualquier barrio de la ciudad. Perderse en el vaivén de sus caderas es tan fácil como no poder volver a concentrarse después de mirarla un segundo a los ojos, Ella es conciente de estas cuestiones pero sus actos son inconcientes, no tienen dobles intenciones, Ella mueve así sus caderas porque le gusta moverse, los observantes cargan de significantes ese movimiento, la culpa de las reacciones a esos movimientos es exclusivamente culpa de los que la observan bailar, claro esta, que viéndola bailar es difícil dejar de observarla.
Cuando alza los brazos parece que va a hacer descender el cielo, cuando estira sus piernas uno siente que se detuvo años a admirar ese cuadro perfecto, uno siente lo relativo que es el tiempo cuando la admira. Observarla de lejos es una tarea de imposible realización, cuando uno logra advertirla entra la multitud, cuestión que no es difícil porque sobresale entre cualquier grupo de personas, el cuerpo de uno se lanza a su encuentro, a la más cercana de las cercanías posible.
Será porque esta acostumbrada a escuchar la música, antes de empezar a moverse, que Ella te escucha, te mira a los ojos cuando hablas y hace que pierdas la concentración, la fuerza de su mirada es tan cautivante como la fuerza de sus movimientos. Ella te danza en el centro de las pupilas, y te hace perder en el centro de su mirada, Ella es la bailarina de la perdición, Ella es la intérprete perfecta de la danza de mi perdición…
Hoy la recomendación poética es uno de los grandes de la literatura, Jorge Luís Borges, con su poema Mi Vida Entera.
Mi Vida Entera.
Aqui otra vez, los labios memorables, único y
semejante a vosotros.
Soy esa torpe intensidad que es un alma.
He persistido en la aproximación de la dicha y
en la privanza del pesar.
He atravesado el mar.
He conocido muchas tierras; he visto una mujer
y dos o tres hombres.
He querido a una niña altiva y blanca y de una
hispánica quietud.
He visto un arrabal infinito donde se cumple una
insaciada inmortalidad de ponientes.
He paladeado numerosas palabras.
Creo profundamente que eso es todo y que ni veré
ni ejecutaré cosas nuevas.
Creo que mis jornadas y mis noches se igualan en
pobreza y en riqueza a las de Dios y a las
de todos los hombres.
"Cuando yo era chico quise ser un montón de cosas que resultaron imposibles: por patadura no pude ser jugador de fútbol; por pecador tampoco pude ser santo; también quise ser pintor, pero el talento no daba. Pero de algún modo escribo pintando: si no cierro los ojos y no veo lo que voy a escribir, lo que voy a contar con palabras, que puede ser una idea, una noción, una experiencia, no puedo hacerlo. Tengo que verlo antes, lo que indica que tengo una manera plástica de escribir. Por otra parte, creo que es una pena que se haya perdido aquella sana costumbre de leer en voz alta en las escuelas, porque eso hacía que uno desde temprano se familiarizara con la música de las palabras. A cada texto lo escribo y lo reescribo, lo hago y lo rehago muchas veces, pero la prueba de fuego es la lectura en voz alta. Uno percibe la eficacia de un texto a través de su musicalidad, de cómo suena cuando se lo lee en voz alta".
"No te pido que me lo cuentes todo, tienes derecho a guardar tus secretos, con una única e irrenunciable excepción, aquellos de los que dependa tu vida, tu futuro, tu felicidad, ésos quiero saberlos, tengo derecho, y tú no me lo puedes negar."
Opiniones contundentes. Vladimir Nabokov.
"- ¿Para quién escribe? ¿Para qué público? - No creo que el artista deba preocuparse acerca de su público. El mejor público es la persona que todas las mañanas ve en el espejo cuando se afeita. Creo que el público que imagina el artista, cuando imagina semejante cosa, es el de una sala llena de gente que lleva su propia máscara."