Friday, October 22, 2010

De Julietas que ahuyentan sus Romeos...


Julieta camina con la elegancia de una modelo pero también con el porte de un soldado en un desfile militar. Voltearse a mirarla, cuando pasa al lado de uno, es casi una obligación para cualquier ser que se jacte de apreciar la belleza. Cuando camina, como cuando baila, parece que hasta el viento que la roza esta siendo seducido, Ella juega con eso, sabe las sensaciones que despierta y se divierte. Describir su cuerpo es caer en lugares comunes, en curvas y contra curvas capaces de hacer perder el control al más experimentado de los conductores.

Varios han intentado conquistarla, enamorarla, Ella los deja creer que lo están logrando pero suele aclararles lo imposible de esa misión, que no se detengan en eso, que les quita energía para disfrutarla. Ella acarrea sus fantasmas, no te lo va a reconocer pero estuvo enamorada varias veces, es de las que cuando ama lo hace con todo el cuerpo, incluida el alma.

Julieta no se deja sorprender por el sol en la cama de nadie, desarrollo la habilidad de huir, de entre las sabanas, en ese momento justo donde la luna esta por terminar su turno y entregarle la posta al sol. Al salir siempre saluda a los porteros, son su custodia cómplice hasta que la rescata un taxi. En los taxis suele pedir permiso para fumar, ningún tachero puede negarse al pedido de una dama que escapa de madrugada de la cama de un amante. En los viajes de retorno a su casa, suele pensar en el amante abandonado el tiempo que le dura el cigarrillo en la boca, incluso a apagado cigarrillos por la mitad.

Así anda Julieta, paseando su tallado cuerpo, su cara entre angelical y picaresca pero sobretodo cautivante, por las noches de la ciudad, esperando encontrar otro Romeo capaz de no quedar reducido a huesos en las primeras salidas. Así transita su vida, mirando entre el humo, que escapa de su cigarrillo, esperando que algún día sin previo aviso la vida la pegue una cachetada de amor, que aparezca un Romeo capaz de domar a tanta Julieta, a tanta mujer…



La recomendación de hoy es para una de las voces mas profundas de la poesía Latinoamérica, mil veces recomendada y mil veces mas lo será, Gioconda Belli.



Permanencia


Duro decir:

Te amo,

mira cuánto tiempo, distancia y pretensión

he puesto ante el horror de esa palabra,

esa palabra como serpiente

que viene sin hacer ruido, ronda

y se niega una, dos, tres, cuatro, muchas veces,

ahuyentándola como un mal pensamiento,

una debilidad,

un desliz,

algo que no podemos permitirnos


ese temblor primario

que nos acerca al principio del mundo,

al lenguaje elemental del roce o el contacto,

la oscuridad de la caverna,

el hombre y la mujer lamiéndose

el espanto del estruendo


Reconocer

ante el espejo,

la huella

la ausencia de cuerpos entrelazados hablándose.


Sentir que hay

un amor feliz

enjaulado a punta de razones,

condenado a morir de inanición,

sin darse a nadie más

obseso de un rostro inevitable.


Pasar por días

de levantar la mano,

formar el gesto del reencuentro y arrepentirse.

No poder con el miedo,

la cobardía,

el temor al sonido de la voz.

Huir como ciervo asustado del propio corazón,

vociferando un nombre en el silencio

y hacer ruido,

llenarse de otras voces,

sólo para seguirnos desgarrando

y aumentar el espanto de haber perdido el cielo para siempre.


Wednesday, October 06, 2010

De provocaciones y noches extasiadas...


Hay un instante previo a que caigan las primeras gotas de una copiosa lluvia, en donde surge un aroma peculiar de la tierra, el ambiente parece estar como ausente de aire, un amigo de esos que tiran frases celebres todo el tiempo, solía decir que ese instante era la angustia misma, la angustia hecha carne. Hoy la ventana de mi habitación me devuelve un cielo gris, el aroma a lluvia, pronta a venir, empieza a invadir el ambiente, y yo solo pienso en la charla que tuve con Ella noches atrás, “sos un provocador, solo te interesa provocar a la gente”, me lanzo mientras buscaba una media que parecía jugar a las escondidas.

La media nunca apareció, Ella suele perder las cosas más absurdas, recuerdo una noche que perdió el auto en Palermo, una tarde perdió todos sus apuntes al ponerse a correr con un perro, el DNI ni hablar, va por sextuplicado, nunca la vi preocuparse por sus perdidas, vive perdiendo cosas, mi memoria es juguetona suele decir, tratando de justificarse de alguna manera.

Del álbum de mis roces, Ella sin dudas fue la figurita más difícil, dije una noche, y lo sigo sosteniendo. Yo salía de una relación, medio rengo, medio embroncado, Ella odiaba las relaciones. Nos cruzamos una noche en un bar perdido de San Telmo, que por esas épocas era la fija los martes, me acuerdo que lo primero que me llamo la atención fue su mirada, bueno en realidad lo segundo, lo primero sin dudas era ese tatuaje que nacía en su omóplato, descendía por su espalda, daba un giro inesperado y aparecía sobre el frente de su cintura. Me fui acercando a su ubicación con el pasar de la noche, el desfile de hombres que se le acercaban era tan importante como el de excusas para evitar entrar en un dialogo. Esa noche no le dije nada, pero cruzamos miradas varias veces, ambos lo admitimos con el tiempo.

Esa misma semana, me cruce su mirada de nuevo, recuerdo que un amigo me invito a una fiesta, no recuerdo el Dj, era viernes y se asomaba una tormenta desde el río. Eran tiempos donde el extasis reinaba la noche, uno se cansaba de pisar botellitas de agua, yo empezaba a disfrutar del fernet y el cordobés de la barra casi me abrazaba cada vez que le pedía uno. Cuando la noche empezaba a darle la bienvenida a los primeros rayos de sol, mi amigo me señalo lo que durante años fue la imagen que se me aparecía cuando alguien pronunciaba la palabra sensualidad, a unos 20 metros de nosotros un grupo de chicas saltaba sobre unos sillones, mientras una bailaba sobre la mesa, claramente Ella era la que estaba sobre la mesa, bailando una danza consigo misma, victima de un cóctel extraño que la hacia sentirse tan deshidratada que no solo bebía el agua sino que la arrojaba sobre su tallado cuerpo, como si esa parte de la pista del boliche fuera una ducha publica típica de playa brasilera.

Ambos tenemos versiones distintas de cómo siguió esa noche, coincidimos en que cruzamos miradas, ambos sonreímos y después salimos del boliche juntos. No nos ponemos de acuerdo en el orden de las cosas, quien sonrió primero, quien hablo primero, que dijo, y esos detalles. Al salir fuimos a buscar el auto de mi amigo, en el cual el baúl oficiaba de vestidor, se salía de martes a domingo y había que estar preparado, recuerdo que ella agarro una campera mía, se la puso y dejo caer su vestido mojado sobre sus pies, acto seguido nos fuimos a desayunar.

Dale nene, conmigo no jodas, si hasta algunas amistades tuyas son en realidad la búsqueda de provocar a otros amigos”, nadie me entendió mejor que Ella, nadie juega mejor el juego de provocar que Ella, nadie sabe donde golpearme mejor que Ella. “Antes tus provocaciones me hacían pensar, porque pensaba que ese era el fin, pero ahora solo sé que te gusta provocar a la gente” y sonreía mientras lo decía, creo que eso es lo que más me molestaba, que disfrute tanto sacarme la ficha… “El día que te canses de provocar a la gente, vas a tener tu ultimo acto de provocación, me vas a pedir casamiento” sostuvo mientras agarraba un par de medias míos con cara de “me los llevo”.
Su ultima sentencia me dejo esperando, casi rogando, que se largue a llover, que llegue el diluvio, así este aire a angustia abandona mi cuarto…