Tuesday, February 09, 2010

Noches que se hacen día...


Las cosas más interesantes que pasan en cualquier vida se dan de casualidad, misteriosas combinaciones de hechos, azarosos juegos del destino. Así se conocieron ellos, sin querer, sin buscarse, una noche de soledad se cruzaron, una noche de esas donde las estrellas se alinean comenzaron una charla, que termino con el sol en su pleno ardor, fue como que ambos esquivaban dormir temiendo que, de hacerlo, al despertar el otro no existiera mas. Esa noche-mediodía termino y ambos se acostaron con la promesa de seguir existiendo al despertar.

Como dos ex combatientes de una guerra, se contaron de sus heridas, de sus batallas en el campo del amor. No estaba claro si se contaban para aliviar sus dolores o para poner en aviso al otro de que no querían que les vuelva a pasar lo mismo. Se contaron mil cosas, desde que los angustiaba, que los divertía, a que El prefería los sugus azules y Ella los rojos.

Una noche, deseosos de mirarse a los ojos se encontraron, y fue inevitable que la noche se hiciera día, que a las estrellas las suplantara un sol enérgico. Se encontraron en los ojos del otro, se fundieron en la piel del otro. Ella parecía tener la receta justa para ofrecer la caricia más oportuna, en el lugar más oportuno, El, como un músico que toca el acorde más emotivo, de la forma más emotiva, recorría el cuerpo de Ella, con sus manos, en la búsqueda del más placentero de los acordes.

Así el día los sorprendió, varias veces, enredados en la más tierna de las caricias, así se despidieron en varias ocasiones, siempre con la misma promesa, la de seguir existiendo al día siguiente…



La recomendación de hoy es Josefina Plá, esta española de nacimiento (1909-1999) se radica en Paraguay, en el año 1927, de esta manera su nombre y su obra están totalmente identificados con la cultura paraguaya del siglo XX.



Tus manos

De las más hondas raíces se me alargan tus manos,
y ascienden por mis venas como cegadas lunas
a desangrar mis sienes hacia el blancor postrero
y tejer en mis ojos su ramazón desnuda.

En mi carne de estío, como en hamaca lenta,
ellas la adolescente de tu placer columpian.
-Tus manos, que no son. Mis años, que ya han sido.
Y un sueño de rodillas tras la palabra muda-.

...Dedos sabios de ritmo, unánimes de gracia.
Cantaban silenciosos la gloria de la curva:
cadera de mujer o contorno de vaso.

Diez espinas de beso que arañan mi garganta,
untadas de agonía las diez pálidas uñas,
yo los llevo en el pecho como ramos de llanto.


sɐʇǝnbıʇǝ uıs oıʇǝɯoɹd ǝs oɯoɔ