Wednesday, April 23, 2008

Historias, de esas que queremos siempre...


El silencio es un pez en mi cabeza
felizmente alimentado
con todas las palabras que no dije.
Consuelo Tomás Fitzgerald



Las historias tienen introducción, nudo y desenlace, repetía sin cesar mi “señorita” de lengua y literatura de la primaria. Pasábamos las clases identificando esas partes en los textos. Por estos días estuve pensando en las historias, sus partes, y las sensaciones que estas nos dejan.
Odie mucho tiempo el final de “El lado Oscuro del Corazón”, que Ana (Sandra Ballesteros) se tomara un avión dejando atrás su historia con Oliverio (Darío Grandinetti) no me cerraba, tanta poesía, tanto amor, no podía ser dejado así. Me costo horrores reconciliarme con Michael Corleone luego de que matara a su hermano Fredo. Podría enumerar varias historias más, donde no quede satisfecho, o por lo menos quede incomodo un segundo, con alguna de las partes de las mismas. Sin embargo, a pesar de no quedar “satisfecho”, disfrute y disfruto de esas historias, una y otra vez, porque mas allá de su desarrollo, su desenlace, amo esas historias.
La vida tiene mucho de eso, hay historias que nos toca vivir que son hermosas más allá del desenlace que tengan, de algún inconveniente que se presente en el desarrollo, o de haber comenzado de manera inoportuna. Hoy me encuentro disfrutando una bella historia, que recién comienza a desarrollarse, que no sé, ni me gustaría, saber hacia donde me llevara, lo que sé es que siempre voy a amar esta historia…

"Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo a una mente que los mueve y que vale la pena conocer. Conocer, poseer, dominar, admirar. La mente Hache. Yo hago el amor con las mentes".

Martín (Hache) de Adolfo Aristaráin


Tuesday, April 22, 2008

Escapes...

A veces la pesadez del levantarse reside en la confirmación de que se esta vivo. A veces levantarse se vuelve una tarea mecánica, incorporarse, buscar las medias que nunca quedan de a pares iguales, lavarse la cara, encontrarse con ese rostro, mirarse a los ojos. Poner la pava, tomar dos mates al vuelo y salir corriendo, ver como se va nuestro colectivo y esperar el próximo, con la idea de que se podrían haber tomado dos mates más.
Viajar con cientos de desconocidos, llegar a la oficina, previo saludo al portero más malhumorado de Buenos Aires.
Rutinario, mecánico, tedioso… quizás. Por lo que opte hace un tiempo, es por darme pequeños escapes durante la rutina del día. Quedarme lo necesario escuchando al pibe que toca temas de Piazzolla, con la guitarra, en Estación Agüero, o al violinista de Estación Callao, hablar de poesía con el librero de Callao al 300, al que todavía no le perdono que no guste de la lectura de Gelman. Pequeños momentos, escapes, detenerse dos segundos a mirar el cielo, recortes de celeste, entre torres grises que nos trajo la modernidad.
Pensar en ella, soñar con una rutina compartida, que incluya desayuno para dos, beso de despedida, deseos de buen día, dejar escapar una sonrisa mientras se pide el almuerzo, las opciones, siempre las mismas, pero nos gusta preguntar…

Tuesday, April 01, 2008

Lluvia...

Tres días de Lluvia en Bs. As, Alma recorre la ciudad con todas sus pertenencias en un auto, luego de escapar de la casa que compartió nueve años con su pareja, Roberto, vuelve al país luego de treinta años a vaciar el departamento de su, recién fallecido, padre, a quien casi no conoció. Así, estas que parecían dos historias de soledades inconexas, son unidas por un embotellamiento y una manifestación de trabajadores corridos por la policía.
Observe la película sentado en la ultima fila, de un cine de Congreso, vi la película el mismo día que renuncie a mi trabajo. Enroscado en la silla con mis pensamientos, no podía parar de imaginarte sentada a mi lado en aquella sala.
Roberto recorre el pequeño departamento de su padre. Observa todo, se detiene en cada detalle. Viaja a través de los objetos buscando indicios de su padre, se detiene en unos zapatos minuciosamente acomodados y se reconoce en ese orden, se alivia al sentir que heredo cosas de su padre. Roberto se prueba los lentes de su ausente padre, como intentando ver el mundo como lo hacia él antes de partir.
Me imagine poder ver a través de tus ojos, poder ver lo que ves. Recorrer tus días, poder conocerte en profundidad, ver en que te detenes, ver con que te emocionas, con que te alegras, con que temes…
Alma le recrimina a Roberto que no le lea cuentos a su hija, su tendencia al misterio, al silencio. Roberto le recrimina que viva en su auto. Ambos se enojan, ambos se sienten invadidos. Roberto y Alma se perdonan, se aman en el interior del auto de ella, bajo una lluvia que brinda la mejor banda de sonido para el amor. Alma le regala a Roberto un libro de cuentos para que le lea a su hija. Roberto ayuda a Alma a buscar departamento. Para de llover, sale el sol, después de tres días de lluvia.
Enfrenta la vida, vivirla. Solo de una manera, sabiendo que puede llover, pero que siempre sale el sol. Me enrosca tu silencio, me enrosca que no quieras vivir la historia como protagonista, que solo dejes avanzar las horas.
Pienso, analizo, cada palabra, me ahogo en cada silencio. Me llega la idea de que no queres saber que pudo ser de esta historia. Que preferís el Stand By, yo solo te ofrecía vivir un momento, que podía ser una noche, que podía durar lo que se tarda en recorrer todas las librerías de Corrientes, o podía durar toda una vida. Que se yo, nunca se sabe lo que puede durar una historia, pero prefiero vivirlas así me cueste una vida olvidarlas...
Al final tiene razón un amigo, que no tuve el gusto de conocer, que anda diciendo por ahí que "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió"…